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Soy Roxana Kreimer, Licenciada en Filosofía y Dra en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires. Me dedico a la filosofía científicamente informada (https://roxanakreimer.wixsite.com/website), publiqué varios libros y en los últimos años investigué temas tales como las diferencias de género en ética, en creencias pseudocientíficas y religiosas y en el humor, y el resultado de estos trabajos se reflejó en artículos académicos, ponencias de congresos que pueden ver en Youtube y en el Café Filosófico que está a mi cargo hace 16 años en Buenos Aires.

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Llegué a la problemática de género desde el escepticismo, sorprendida por la información dudosa que se reitera en innumerables sitios feministas angloparlantes y españoles, y apenada por comprobar que buena parte de los adelantos científicos de las últimas décadas no están presentes en el ámbito académico ni en el cultural del mundo hispanoparlante.  Me propuse entonces el objetivo de tratar de realizar un aporte para iniciar un diálogo más racional sobre estos temas.

El primer paso fue la creación de una cuenta de Twitter, Feminismo Científico, @feminisciencia , que en apenas seis meses llegó a una nutrida audiencia hispanoparlante, con la particularidad de reunir interlocutores escépticos, masculinistas y feministas. Luego creamos un grupo en Facebook, Feminismo Científico, donde se desarrollan debates fértiles en un contexto de respeto y diversidad de opiniones.

En poco tiempo se hizo eco de nuestro trabajo el periódico español "Crónica global" (Ver  "El otro feminismo: ciencia frente a prejuicios. Un nuevo movimiento opuesto al hegemónico busca soluciones para la igualdad basado en evidencias científicas, sin etiquetas como "heteropatriarcado", y "Examen a los protagonistas del día"). Recientemente abrimos la versión de @feminisciencia en inglés, @feminiscience.

Feminismo Científico surgió por la necesidad de dar una visión de los problemas de género basada en la evidencia científica, algo que está ausente en buena parte del feminismo mundial y en el que se expresa en español, ya que los ineludibles avances científicos de las últimas décadas han sido publicados mayormente en inglés, tanto en ámbitos académicos como en los medios de difusión y las redes sociales.

Esta brecha informativa hace que la mayoría de los diagnósticos de las feministas académicas y formadoras de opinión sean errados, una debilidad que creemos que opera como un palo en la rueda de los movimientos por la igualdad de derechos.

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​A partir de la década del 90 del siglo pasado se realizaron extraordinarios avances en disciplinas como la psicología evolucionista, mal comprendida incluso en ámbitos escépticos, la genética conductual, las neurociencias, la psicología intercultural y experimental, la antropología evolucionista, la etnografía, la primatología y la filosofía experimental. Sin embargo, en los estudios de género sigue primando un reduccionismo sociológico. Las teóricas que la cultivan se citan entre sí pero, salvo escasas excepciones, no tienen contacto con las ciencias fácticas. La formación en ciencias sociales, de donde provienen la mayor parte de las teóricas de los estudios de género, no suele incluir una formación básica en biología, y quienes trabajan en el ámbito de la biología no siempre tienen una perspectiva social científicamente informada. Este sitio se propone también ofrecer un puente entre ambos campos del conocimiento.

Además de formular una crítica a la falta de actualización del feminismo en términos científicos, y de brindar hipótesis alternativas basadas en la evidencia, nos proponemos chequear datos repetidos hasta el cansancio que no cuentan con evidencia que los respalde. #chequeandodatafeminista y #chequeandoargumentosfeministas son hashtags que propusimos desde nuestra cuenta de Twitter @feminisciencia y que el lector puede consultar en el buscador de esta red social. Reuniremos aquí los trabajos dedicados a verificar estos datos, así como a evaluar los argumentos y las falacias más habituales. También chequearemos información del masculinismo, el movimiento que defiende los derechos del varón, con el hashtag #chequeandodatamasculinista.

Creemos que la falta de actualización científica y los datos dudosos de numerosas feministas académicas y formadoras de opinión son consistentes con el paradigma que lo sustenta, un relativismo posmoderno irracionalista en el que la ciencia misma es acusada de machista, llegando a extremos como el de postular que las metáforas de Bacon sobre la naturaleza constituyen una apología de la violación.

Al igual que la historiadora de las mujeres Helen Pluckrose en un artículo que hemos incluido en este sitio ("Cómo saber si vivimos en un patriarcado"), creemos que en Occidente ya no vivimos en un patriarcado, y que es necesario enfrentar las desventajas y el sexismo de situaciones puntuales que padecen tanto las mujeres como los varones.

Hasta ahora en el mundo hispanoparlante son contadas las feministas que se solidarizan con problemas padecidos por el varón tales como su muerte entre 7 y 8 años más temprana (y su jubilación más tardía en relación a la de la mujer), su elevada tasa de homicidios y suicidios, su apabullante mayoría entre las víctimas de accidentes de trabajo, su deserción del sistema educativo (creciente en todos los países occidentales), sus problemas a la hora de mantener contacto con los hijos en casos de separación, su mayor propensión al riesgo (que los expone, por ejemplo, a tener desde más accidentes automovilísticos hasta más problemas con el alcohol y con las drogas), el reducido número que logra obtener la custodia tras el divorcio, las denuncias falsas de acoso y violación, el quebrantamiento del principio de igualdad ante la ley y la violencia física doméstica que ellos también padecen, sin que el sistema judicial les otorgue credibilidad y sin que existan refugios a los que puedan acudir, una violencia que ocasionalmente también termina en el asesinato perpetrado por la pareja o la ex pareja mujer (Ver en este sitio el artículo "Nadie menos").

Las mujeres también tenemos una agenda pendiente: en la Argentina un problema prioritario es la despenalización del aborto, pero también es de fundamental importancia debatir lo atinente al trabajo reproductivo, que no es remunerado y que, a diferencia de otros países, no cuenta con todo el apoyo económico y social que amerita, así como incrementar el número de guarderías y extender las licencias por maternidad y paternidad. Del trabajo reproductivo y doméstico se derivan una serie de circunstancias que es necesario debatir, así como las que tienen que ver con la diversidad de preferencias de hombres y mujeres, un tema que el feminismo decalifica en nombre de la igualdad de derechos.

Muchos de los problemas que las feministas académicas y formadoras de opinión consideran cruciales serán problematizados, ya que el encuadre que reciben algunos de ellos no está basado en la evidencia científica sino en un constructivismo social que responsabiliza a los estereotipos en un argumento circular que no permite realizar buenos diagnósticos ni desarrollar buenas estrategias para enfrentarlos. Es el caso de los cargos jerárquicos en la metáfora del "techo de cristal", el de la relación de las mujeres con las matemáticas, la física, la ingeniería y las ciencias de la computación, así como su relación con la política, la economía y la filosofía, el de la brecha salarial y también el que cuestiona la representación erotizada de la figura femenina en el espacio público.

Tener una visión científicamente informada sobre las diferencias de sexo también presenta un panorama fascinante para la filosofía, ya que somos una especie altamente flexible y en tanto y en cuanto la biología no es un destino sino una predisposición, plantear algunos límites a nuestras propensiones y nuevos cursos de acción es un terreno fértil para debates de orden ético y para la postulación de formas de vida más plenas y satisfactorias.

En Estados Unidos y Europa, el movimiento de perspectiva de género científicamente informado y crítico del feminismo tiene ya un amplio desarrollo. Algunos de sus protagonistas son Christina Hoff Sommers, Helen Pluckrose, Janice Fiamengo, Cathy Young, Camille Paglia, Helena Cronin, Belinda Brown, Melissa Hynes, Debra Soh, Claire Lehman, Susan Pinker y Cassie Jaye, entre otras, así como el filósofo David Benatar, Jordan Peterson, Gad Saad, Geoffrey Miller y, entre otros, James Damore (el empleado despedido de Google por dar una visión muy acertada de las predisposiciones biológicas diversas de hombres y mujeres). Con algunos de ellos mantengo importantes diferencias políticas, y lo menciono porque creo que no es un tema ajeno a la problemática de género. No obstante, comparto su ideal de debate racional basado en la evidencia.

En el mundo hispanoparlante la bióloga y neurocientífica Marta Iglesias Julios @migulios, las filósofas Hilda Hernández @hildherlo y Stephanía Donayre, la abogada Yobana Carril, el abogado penalista especializado en familia Juan Carlos García Dietze, el epistemólogo Gonzalo Munevar, la periodista española Berta de la Vega y numerosas cuentas de Twitter se ocupan de desarrollar perspectivas amplias de un movimiento para la igualdad de género, abordando temas del feminismo y del masculinismo en conjunto. En mi tarea cotidiana en las redes agradezco la inestimable colaboración de Anxo Dopico, Marcos Cueva, Stephanía Donayre, Víctor Hurtado Oviedo, Matías Leonel Arlia, Facundo Cesa, Carolina Melisa y Gonzalo Munevar, entre otros. Muchos de los que llevan adelante cuentas de Twitter son jóvenes y auguran un futuro promisorio para este movimiento en el que mujeres y hombres pueden construir relaciones de mayor equidad, sin machismo ni androfobia. Un mundo mejor para todos.

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