¿Tiene derecho
un varón a decidir
si quiere ser padre?
Un partido sueco propone que los
varones puedan renunciar a la
paternidad antes de la semana
18 del embarazo.
Roxana Kreimer
Antes de la semana dieciocho de embarazo, los hombres deben tener el derecho de renunciar a la paternidad y a todas las responsabilidades relacionadas con el niño. Tal la propuesta que realizó el Partido Liberal sueco en el 2016 alrededor de este controvertido tema. El padre biológico no tendría que pagar el mantenimiento de su hijo, pero una vez tomada la decisión tampoco tendría derecho a conocerlo. Los proponentes de la ley sostienen que beneficiaría a las mujeres, ya que desde el primer momento ellas sabrían si un hombre está dispuesto a comprometerse a ser padre o no.
El tema es controvertido porque plantea conflictos de derecho:
-El de la mujer a ser autónoma en relación a lo que ocurre en su propio cuerpo.
-El que tiene un hombre al decidir si quiere o no convertirse en padre.
-El del niño a saber quién es su padre y eventualmente a tratar de conocerlo y verlo regularmente, tal como sostiene la Convención sobre los Derechos del Niño adoptada por la ONU. El tema no se plantearía si la que decide abortar es la madre puesto que ese niño/a nunca llegaría a nacer. Cuando se recurre a un banco de esperma también se lesionarían estos derechos del niño, algo que no aparece planteado en los debates públicos, quizás porque quien toma esa decisión es la mujer.
Al embarazo no deseado se puede llegar de muchas maneras distintas: por no haber empleado método anticonceptivo alguno, por falla de estos métodos, por un engaño por parte de la mujer, que desea ser madre.
Todos conocemos casos como esos. Un hombre y una mujer salen unas pocas veces. Tal vez tuvieron tres relaciones sexuales en total. No se ven durante un tiempo y con un embarazo avanzado ella le comunica que será padre porque ella tiene un deseo poderoso de convertirse en madre, y espera que él se haga cargo del niño. También conocemos casos en los que el padre termina encariñándose con el niño y agradeciendo que haya nacido. Pero no siempre es así y el resultado de la acción tampoco determina si es éticamente admisible que la voluntad del padre no deba ser tomada en cuenta, así como tampoco determina lo atinente a los derechos del niño en relación a su padre.
Los bancos de esperma de algún modo han ofrecido una alternativa para la mujer que quiere convertirse en madre y no cuenta con un potencial padre para su hijo. Esta situación plantea otras cuestiones éticas tales como si un niño tiene o no derecho a contar con un padre o sustituto, y si en caso de no haber padre identificado, la madre tiene la obligación moral de contar con uno o varios sustitutos por si ella muere antes de que su hijo pueda valerse en forma autónoma.
Lo cierto es que mediante la despenalización del aborto está muy bien establecido en el debate público el derecho de las mujeres a decidir si quieren convertirse en madres. Aún cuando no haya consenso en torno a esta libertad, el tema está planteado. Lejos estamos de que se plantée una discusión en torno a la posibilidad de que los varones cuenten con un derecho análogo, y en caso de que exista, cuáles serían las modalidades posibles para una regulación.
En el film "La píldora roja" las feministas se niegan rotundamente a que el varón tenga algún derecho en este sentido. Para ellas se trata del cuerpo de la mujer, y ninguna consideración relativa al niño o a su padre figura entre sus argumentos. En cambio en ese film el tema aparece planteado como un derecho básico de ciudadanía para el varón, así como se debate en otros ámbitos del masculinismo.
La cuestión de si un hombre tiene o no derecho a decidir si se convertirá en padre cuando es engañado o cuando fallan los métodos anticonceptivos está prácticamente ausente del debate público. Un buen indicativo de que las desventajas y el sexismo a los que está sometido son como los que padecía la mujer durante el siglo XIX.