Condiciones para debatir el aborto
Reseñamos los principales argumentos del artículo de Martín Diego Farrell titulado "Bases y puntos de partida para el debate sobre el aborto"
En su artículo Farrell sostiene que se llega al debate sobre el aborto con una opinión que es exactamente la misma con la que las personas se retiran. Pero convencer y llegar a acuerdos es un objetivo deseable en este debate, de modo que habría que hacer un esfuerzo para modificar esta situación. Lo que hace falta a su modo de ver es un metadebate acerca del debate sobre el aborto, esto es, una discusión acerca de la forma como debe discutirse sobre el aborto, metadebate que, desde luego, debe ser previo al debate mismo. De no haber acuerdo en torno al marco, no puede haber discusión fructífera acerca de los puntos que se encuentran dentro de él.
Farrell comienza mencionando los que entiende que deben ser los puntos de concordancia entre las partes antes de sentarse a debatir. Estos puntos son los siguientes: a) la determinación del ámbito del debate como un ámbito moral (no religioso); b) la aclaración de que ninguna de las partes en la contienda considera que el aborto es bueno; c) el énfasis en que no se hable del aborto, en singular, sino de abortos, en plural; d) la propuesta de que la vida humana modifica temporalmente su valor; y e) la sugerencia de que el concepto de persona se excluya del debate.
a) El debate sobre el aborto es un debate de índole moral y no religioso, o –al menos– debería siempre serlo. La religión exige fe, mientras que la moral exige argumentos. El debate sobre el aborto interesa al ámbito del derecho, y mientras el derecho debe ser capaz de soportar el escrutinio de la moral, no tiene por qué ser capaz de soportar el escrutinio de la religión. Las sociedades occidentales no son teocracias, sino democracias.
b) Usualmente suele presentarse el debate sobre el aborto como un conflicto en el que una de las partes sostiene que el aborto es bueno y la otra sostiene que no lo es. Esta es una muestra de una confusión muy grave, que conviene aclarar desde un comienzo en este metadebate, ya que nadie piensa que el aborto es bueno desde la perspectiva moral. Las dos partes que participan del debate creen lo mismo: creen que el aborto es algo moralmente malo. Lo que los separa es otra cosa. Mientras algunos creen que el aborto es algo absolutamente malo y que nada puede justificarlo en ninguna situación, otros piensan que es algo malo, pero que hay situaciones donde no permitirlo arrojaría resultados moralmente peores.
c) La discusión acerca de este tema suele plantearse en singular, como una discusión acerca de el aborto, pero quien procede así revela, a mi juicio, muy poco discernimiento moral y muy poca sofisticación moral. El debate debe plantearse en plural, puesto que es –en efecto– un debate sobre abortos. El debate sobre el aborto debe evitar los extremos. Existen grupos extremistas en el segmento que deben ser atraídos gradualmente al medio del mismo: los fundamentalistas religiosos y las feministas radicales. Los primeros se torturan con el destino de los embriones congelados y malgastan recursos en atacar las técnicas de fertilización asistida. Las segundas consideran una ofensa cualquier propuesta que no contemple el aborto de manera irrestricta. Ambos grupos cometen el mismo error: contemplan el aborto en singular. Si existen distintos tipos de aborto puede haber distintos juicios morales acerca de los mismos, y –consecuentemente– distintas soluciones legales para ellos. Entender el aborto en plural, entonces, es estar dispuesto a aproximarse al centro del segmento.
d) En las discusiones sobre el aborto suele perderse el tiempo examinando cuándo comienza la vida humana. No conozco a nadie, de ninguna posición, que cuestione que la vida comienza con la concepción; este es un punto de acuerdo que ya está conseguido. Pero que la vida comience con la concepción no significa que el aborto deba estar siempre prohibido. Nadie tiene un derecho absoluto a la vida; si alguien pretendiera concederle este derecho al feto, le estaría asignando moralmente un status superior al de un adulto normal. No puede existir un derecho absoluto a la vida sencillamente porque ese derecho puede entrar en conflicto con el derecho a la vida de alguna otra persona.
e) En el debate no debe utilizarse el concepto de persona, pues el concepto en cuestión solo permite ingresar en un círculo vicioso. Mi propuesta es que discutamos tipo por tipo cuáles son las características morales que inciden en nuestra evaluación sobre la permisibilidad o impermisibilidad del aborto, pero sin referirnos al concepto de persona.