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Escépticos

no tan escépticos

 

 

 

 

​Roxana Kreimer

@RoxanaKreimer

@feminisciencia

 

Me propongo explorar diversas trabas por las que quienes declaran ser escépticos pueden no serlo tanto como pretenden.  El escepticismo contemporáneo es una disposición hacia el conocimiento por la cual una persona está abierta a examinar diversas hipótesis que expliquen un fenómeno, pero igualmente comprometida a no aceptar ninguna sin evidencia suficiente.

 

El escéptico o la escéptica a los que hago referencia por lo general son ateos, cuestionan pseudociencias como la homeopatía, la astrología o el psicoanálisis, mancias como el tarot, supersticiones como el feng-shui; suelen ser conscientes de que el calentamiento global está vinculado con la influencia humana y los alimentos desde tiempos ancestrales han sido genéticamente modificados, y que no hay evidencia de que los actuales sean dañinos para la salud. Pero su escepticismo tropieza con cinco trabas por las cuales no son tan escépticos como pretenden:

1-Traba de la ignorancia: su escepticismo choca con su ignorancia sobre áreas enteras del conocimiento, especialmente las de más reciente data. Treinta años atrás pudo haber escrito algo basado en los primeros estudios de una disciplina como la psicología evolucionista, sacado la conclusión de que no cuenta con evidencia suficiente y que se trata de pura especulación. Pero treinta años después sigue manteniendo la misma posición, sin dar evidencias escritas u orales de haber actualizado sus lecturas. Ya tomó posición respecto a un campo del conocimiento, y no está dispuesto a revisarla.  En cincuenta años nadie se acordará de lo que dijo ochenta años atrás sobre esa disciplina naciente, en virtud de que el conocimiento que niegan gozará de una amplia aceptación general.

2-Traba del estatus: su escepticismo choca con el rol de dominancia que quiere conservar en el pensamiento crítico o en su estatus académico, y cuando alguien desafía sus presupuestos en una red social o en un detate, se puede tornar desmedidamente violento, utilizando un lenguaje despectivo para referirse a su interlocutor. En muchos casos se trata meramente del orgullo herido de un macho alfa que quiere conservar su prestigio. El desafío público puede llevarlo a terminar rápidamente con una amistad por disensos nimios.

3-Traba de lo políticamente correcto: su escepticismo choca con su ideología.  Confunde igualdad de derechos con igualdad de identidad, y si hay estudios que muestran que las mujeres son más empáticas (Baron-Cohen, 2006), a ella o a él les parece que no puede ser porque coincide con un estereotipo social. No concibe siquiera la posibilidad de que, tal como mostró Lee Jussim (1995), muchos estereotipos sean consecuencia y no causa. Algunos creen que incluso si cuestiones como lo de la mayor empatía femenina promedio fueran ciertas, del conocimiento de este tipo de verdades no podría seguirse nada bueno, así que mejor sería no divulgarlas.  Pero del conocimiento del potencial y de los límites de la empatía (Bloom, 2017) pueden derivarse buenas medidas para mejorar la sociedad.  Por lo general comete la falacia naturalista, que consiste en justificar o creer que se puede justificar lo que debe acontecer en la sociedad a partir de lo que ocurre en la naturaleza.

4- Traba de la pereza y del miedo a la confrontación: su escepticismo choca por un lado con la pereza que le da revisar el tema en el que defendió una posición insostenible, y por el otro con el miedo a confrontar con personas que podría necesitar en el futuro o que gozan de un estatus inferior, por lo que ni se molesta en responder a sus legítimos cuestionamientos. Si el escéptico no tan escéptico recibe un email en el que otro escéptico cuestiona sus evidencias, desvía el diálogo o no responde. A veces es por falta de tiempo, pero esta excusa es mera racionalización cuando jamás encuentra tiempo para responder al cuestionamiento de un tema relevante. Se lleva bien con todo el mundo porque no participa en la confrontación de ideas.  A la frase de Aristóteles: "Soy amigo de Platón, pero más amigo soy de la verdad y voy a discrepar con él", él respondería "estoy de acuerdo", pero de puro pusilánime, porque su filosofía de vida es "La verdad me importa mucho menos que la comodidad y que el aprecio de la mayor cantidad de personas posible". Carece de una virtud fundamental para el conocimiento: el coraje intelectual. La de atreverse a pensar por cuenta propia, como postuló Kant, pero también la de atreverse a defender o revisar públicamente sus ideas con respeto y centrado en argumentos.

5- Traba de la adscripción a la tribu: su escepticismo choca con el dogma de su tribu. Por ejemplo, si se trata de una feminista escéptica, es atea, cuestiona a las pseudociencias y demás tópicos del escepticismo, pero si se trata de evidencias sobre predisposiciones psicológicas de hombres y mujeres que no se explican solo por la socialización, se vuelve reduccionista social. Evolucionismo sí, pero del cuello para arriba descendemos de un repollo. No hay paper ni evidencia que la convenza. No dice que se tomará un tiempo para evaluar los papers. Habla con un crudo silencio, no responde preguntas o deja de seguir en Twitter a otras escépticas que no aceptan dogmas feministas como el de la brecha salarial, el techo de cristal o el mito de la tabla rasa. Cuando tiene que respaldar sus opiniones con evidencia objetiva, también se reduce al silencio, sin revisar sus evidencias. Si se meten con su tribu, deja de discernir entre opinión y datos. Ser escéptica está muy bien, siempre y cuando no se metan con sus dogmas feministas. Robert Lount (2008) mostró en un estudio que la primera impresión sobre algo o sobre alguien se marca a fuego en nosotros. El fenómeno era conocido anteriormente como "priming" y puede convertirse en una de nuestras innumerables formas de irracionalidad. En un experimento Robert Lount evidenció hasta qué punto si una idea (como una impresión negativa sobre el otro) se implanta en primer lugar, es mucho más determinante que si se implanta más tarde para nuestras evaluaciones posteriores. Este fenómeno se vincula con otro, también conocido: el  "sesgo confirmatorio", adoptamos lo que coincide con nuestras ideas previas y el resto lo rechazamos. Ziva Kunda (1990) lo denomina "pensamiento motivado", y supone que es un escudo protector contra la manipulación, pues es lógico pensar que las cosas tienen que encajar con lo que ya sabemos sobre el mundo. Sin embargo, esta lógica intuitiva a la larga es contraria a la actitud escéptica, que nos lleva a volver a evaluar las evidencias cuando nos presentan datos objetivos que las contradicen.

Las cinco formas que limitan el escepticismo de los escépticos -trabas (1) de la ignorancia, (2) del estatus, (3) de lo políticamente correcto, (4) de la pereza y el miedo a la confrontación y (5) de la tribu- están relacionadas entre sí. La de la ignorancia puede estar asociada a la defensa del estatus, y toda propensión al dogmatismo tiene algo de tribal. Pero diferenciarlas e incrementar estas exiguas categorías quizás nos permita conocer mejor los reductos irracionales de quienes nos identificamos como escépticos, sin honrar principios y disposiciones básicos del pensamiento crítico, como el que Fernando Savater cuando escribió "Un ser racional tiene el orgullo de ser convencido por otro".

Y usted lector, ¿cuánto escepticismo es capaz de soportar?

Bibliografía

 

Bloom, P. (2017). Against empathy: The case for rational compassion. Random House.

Chapman, E., Baron-Cohen, S., Auyeung, B., Knickmeyer, R., Taylor, K., & Hackett, G. (2006). Fetal testosterone and empathy: evidence from the empathy quotient (EQ) and the “reading the mind in the eyes” test. Social Neuroscience,, 1(2), 135-148.

Kunda, Z. (1990). The case for motivated reasoning. Psychological bulletin, 108(3), 480.

Lee, Y. T. E., Jussim, L. J., & McCauley, C. R. (1995). Stereotype accuracy: Toward appreciating group differences. American Psychological Association.

Lount Jr, R. B., Zhong, C. B., Sivanathan, N., & Murnighan, J. K. (2008). Getting off on the wrong foot: The timing of a breach and the restoration of trust. Personality and Social Psychology Bulletin, 34(12), 1601-1612.

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